octubre 30, 2007

¿De dónde llamás?
¿Del último almacén del pueblo?
¿Qué necesidad?
Podrías haber dejado una carta.
O vaciado la casa e irte lejos.
Pero, no. Ese llamado
te trajo de nuevo.
Ahora tengo que matar
al teléfono.
Y ahogarme en sake (que nunca te gustó).
Ya vienen los japoneses con tu padre,
tu hermano y tu tío.
Veo a los samurais de Kioto
que invaden el vecindario y te
secuestran.
Entonces, empiezo a los tiros en el living
escucho sirenas
viene la policía y me lleva.
Les explico de la guerra
de tus ojos de geisha
y no me creen.
Me liberan entre risitas sordas.
Yo me preparo para salir a la noche
a quemar las tintorerías del pueblo.
Todo un patriota.
Ya van a ver.