mayo 18, 2008

"El problema no es la plata", dijiste.
Pero yo te conozco,
recordaba bien tu cara
cuando vendimos el auto
y compré el televisor
y los parlantes.
Siempre me pregunté
cuanto aguantarías,
cuando estallarías de nuevo.
"Hay cosas que son necesarias", dije,
mientras abandonaba sobre la mesa
los avisos de empleo.
Pero no entendiste.
Y cuando trajeron los enanitos de jardín,
estallaste de nuevo.
Así no hay forma de seguir.