septiembre 20, 2008

Ví al conductor del camión
cuando bajó y echó a correr
hacia los pastos / matorrales
con paso apresurado,
-demasiado-, pensé.
Caminé hacia el acoplado.
La llave de encendido
me saludaba y sonreí.
Salté a la cabina
y la acaricié con un giro
que despertó al motor.
Aceleré, y marché a la ruta.
Toqué bocina, saludé
cuando los autos pasaban.
Entré al pueblo más cercano.
Estacioné el camión.
Abrí la caja,
todo allí y la sed de otras manos.
Hice un guiño
y me fui.
Poca épica.
Robin Hood lo hacía mejor.