julio 29, 2010

Te absuelvo de tus males hechos
en mis pies descalzos.
De tu voz encantada,
de tu barbarie.
Tu corazón embalsamado en oriente.
Tus rincones de orfebre
en un vientre azul
detenido
hundido en tu ombligo de peras
alrededor del edén
moliéndonos
entre las aspas del sueño
artificio del engaño
del que no despierto.