junio 08, 2012

Levanté tus polleras y me sonreíste
como en un juego, perdidos.
Despertaste bajo una persiana
que pinté el verano que pasó.
Te hice el desayuno y te acompañé
hasta la estación del tren.
La esperanza cruje
a través del ruido de uno.
Hojas arrancadas de almanaques
caen al piso con estruendo.
No olvido tus palabras.
Una encrucijada es una decisión.
Apartado, extranjero,
testigo de oficio.
Seguiste tu camino
de un deseo sin armas.
Te perdiste entre los ciervos.
Te fuiste a ver el mar.
De este lado del mundo
el tiempo pule las formas
descubre perlas
almas incompletas, sin terminar.
Que hablan de mundos inanimados.
De correrte por el campo.
De Puentes al más allá.
De un alféizar
desde el que veo flotar
una botella azul:
"¿Estas lista para verme
cada mañana?"